El consumo, entendido en un sentido amplio, ha demostrado ser una práctica de gran importancia para el estudio de las dinámicas sociales. En el siglo XX, buena parte de las prácticas de consumo estuvieron centradas en el espacio doméstico, siendo vinculadas de distintas formas en la construcción de nuevas identidades de género. Este libro trata de las prácticas de consumo en el ámbito doméstico y, en particular, de la relación entre esas prácticas y el trabajo doméstico. Dado que existen muchas formas de definir el trabajo doméstico a lo largo del siglo XX, los artículos reunidos en la primera parte muestran diferentes formas en que el consumo se incorporó a las tareas asignadas a las amas de casa. En un movimiento inverso, los textos agrupados en la segunda parte abordan los discursos que promovían el consumo a partir de la promesa de liberación del trabajo doméstico. Ubicado en un marco temporal más cercano, el último capítulo enfatiza cómo las prácticas de consumo también han sido apropiadas como instancias a través de las cuales se negocian las distinciones sociales, en particular, entre empleadores y trabajadores domésticos.